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- UN SUEÑO REAL -  

fang070 53M
359 posts
12/28/2018 5:08 pm
- UN SUEÑO REAL -


- UN SUEÑO REAL -

- Algunos sueños se hacen realidad, otros no....

Fueron tus últimas palabras cuando nos despedimos el último día que chateamos, y que se quedaron bailando en mi mente. Fue sólo una charla, ya que ese día las circunstancias no dejaron que nos viéramos, aunque los dos estábamos deseando vernos desde el momento que cambió a verde el semáforo de estado del chat. Charla muy intensa, como lo todas contigo, cargada de deseo, que había terminado con nuestros cuerpos excitados, tus pezones endurecidos apretados bajo tu ropa interior que añadían dos botones a tu virginal uniforme, y que ninguno de tus pacientes estaba en condiciones de apreciar. Los únicos serían el médico, o el enfermero, del turno de tarde, pero ambos habían terminado su turno y sólo quedaba mi mente para recordar y apreciar tu cuerpo excitado tal y como me lo habías contado. Mi mente, y mi cuerpo, que andaba tan caliente o más que el tuyo y contaba con la ventaja, que yo creía que tu no tenías, de poder dejar ir mi imaginación pensando en ti y mis manos para terminar lo que había quedado inconcluso en nuestra interrumpida conversación.
Luego me confesaste que el mío no había sido el único orgasmo que hubo aquella noche entre nosotros, y que una vez pasada la emergencia que nos interrumpió te encerraste en el cuarto de guardia, aflojaste tu ropa, y dejaste que tus manos se deslizaran bajo tu ropa interior, cerrando los ojos y sintiendo en tu mente que no eran tuyas sino mías las manos y labios que te acariciaban hasta hacer estallar todo tu cuerpo de placer.

Durante todos los días en que no volvimos a coincidir, en mi mente resonaba aquella frase que nos había despedido, como una incógnita indescifrable. ¿Cuál de aquellas dos opciones sería la que se hiciera realidad? Debía ser creyente, tener fe, o dejarme llevar por mi racionalismo habitual y desistir de la esperanza sin luchar. Todos los días amanecía cargado de fe en el milagro, tan grande como era mi deseo por ti, pero al terminar el día sin que ni siquiera hubiéramos contactado me llenaba de desesperanza antes de cerrar los ojos para dedicarte el último pensamiento, y dejarme llevar por la pasión y el deseo antes de que me alcanzara el sueño.

Otra mañana más, al despertar, lo primero que hice fue encender el portátil para ver si estabas conectada. No hubo suerte, pero de pronto me di cuenta que habías dejado un mensaje en mitad de la noche. Muy corto pero conciso: "Te espero esta tarde, a la salida del trabajo".
Inmediatamente me invadió la emoción, y se me aceleró el pulso, que bombeaba la sangre acelerada por todo mi cuerpo. Los sueños se hacen realidad, gritaba una voz en mi cabeza. Me duché, me preparé y me fui a trabajar sólo pensando en el momento en que acabara la jornada para iniciar el viaje. El día pasó bastante rápido, y sólo hasta el momento de salir me dí cuenta que no sabía cual era mi destino. Rumbo a Salamanca sí, pero y una vez allí... ¿Habría malinterpretado tus palabras fruto de mi deseo de hacer realidad ese sueño? Antes de terminar y salir abrí de nuevo Skype, y allí encontré un segundo mensaje. Me dabas tu número de teléfono para que te enviara un mensaje, y devolverme otro con el lugar de la cita. Te envié el mensaje y fui al coche para ponerme en camino. Con cierta inquietud porque tu mensaje no llegó hasta que me encontraba a 10 km de Salamanca, y añadía un tramo mayor hasta el destino final. Pareciera como si quisieras mantener la tensión en cada minuto, para que la emoción fuera incrementándose gradualmente. Cómo era previsible llegué antes de que terminara tu turno, y esperé aparcado donde me habías dicho. El único coche.
Pasaron sólo unos minutos que parecieron horas hasta que apareciste en la puerta. Salías sola, pero recuerdo que pensé que aunque hubieran salido tres hermanas gemelas hubiera sabido cual de las tres eras tu. Llevabas todavía tu uniforme de trabajo, recatado pero no podía ocultar del todo tu femenina figura, la mirada a cubierto tras las gafas de sol, y el pelo recogido, que soltaste con un gesto de tu mano izquierda mientras tu cara se iluminaba con tu preciosa sonrisa mientras caminabas hacia mi. Yo te esperaba parado delante del coche disfrutando de cada uno de tus pasos hasta que llegaste a mi altura, y te quitaste las gafas. Tus preciosos ojos atraparon mi mirada, y ni siquiera me di cuenta que acercabas tu cara a la mía para intercambiarnos un beso. Torpemente corregí mi gesto, ayudado por tu mano que acariciaba mi barba y acercaba mi cara a la tuya, mientras sentía tus pechos contra mi pecho y tu aroma me embriagaba...

- Estoy agotada - me dijiste - Fue un día terrible, un poco triste, pero prefiero no hablar de ello ahora que estás aquí.
Te abrí la puerta del coche y te acomodaste en el asiento del copiloto recostando la espalda, estirando las piernas, y cerrando los ojos.
- Me tendrás que guiar, estamos en tu territorio
- Te importa si vamos directamente a mi casa y comemos una pizza - susurraste con tu dulce acento - ya tengo ganas de estar en casa, y más aun hoy que estoy bien acompañada
Tus palabras hicieron que me sonrojara. Antes de arrancar, acaricie tu mejilla y tu pierna, y me devolviste una sonrisa.

Llegamos hasta tu casa y subimos por las escaleras. Yo te seguía, hipnotizado por el balanceo de tus caderas acompasado a cada escalón. Entramos, después de que forcejearas con la cerradura que se resistía, y me invitaste a pasar.
- ¿Enciendes el horno y me preparas una cerveza? - Dijiste mientras desaparecías por una puerta
- Por supues..
- Hay en el refrig.. - alcancé a escuchar que decías desde el otro lado de la puerta
Fui a la cocina, y mientras buscaba el abrebotellas llegaba a mis oídos desde el otro lado de la puerta el sonido del agua corriendo y te imaginaba en la ducha, envidiando al agua que acariciaba tu piel.
- Lista, no sabes cuanto lo necesitaba
Apareciste de nuevo, fresca, el cabello ligeramente mojado, con tus gafas de ver, y cómodamente vestida sólo con una camiseta ajustada de tirantes y unas braguitas que revelaban tus curvas mas femeninas.
- Te pusiste las gafas - comenté
- Para verte mejor - contestaste
- Por eso no me quito las mías, aunque se me están empañando al verte tan hermosa - dije mientras mi mirada recorría todo tu cuerpo, recreándose en los pequeños detalles como tus pezoncitos erizados que se apretaban contra la camiseta, o la tersa piel de tus muslos.

- No tengo para elegir - dijiste mientras entrabas en la cocina, sacabas una pizza del congelador y la metías en el horno.
- Si es tuyo, te lo como todo - te contesté pícaramente
Volviste al salón y sinceramente no recuerdo bien que ocurrió exactamente, si primero fue mi mano la que rodeo tu cintura y te acerco a mí, si fue tu mano la que acaricio mi cara y te acercaste a darme un beso, si simplemente me giré torpemente cuando entrabas y quedamos uno frente al otro casi pegados, separados por un 1 cm o quizás 1 mm, que no era distancia suficiente para aguantar la atracción de nuestros cuerpos, si fue, si fue... No, no recuerdo como fue, pero un momento después nuestros labios se buscaban, mis manos se agarraban a tu cintura y a tus caderas, tus pechos se apretaban contra mi pecho, tus manos se agarraban a mi cuello como si por un momento me fuera a escapar. Escapar de ti, imposible escapar de ti, sólo con tu llamada en la mañana ya sabía que estaba atrapado, condenado a desearte, a adorarte, a hacerte gozar, a hacerte llevar más allá de la pasión. Desabrochaste mi pantalón, y entre los dos lo empujamos al suelo, y posaste una de tus manos entre mis piernas para sentir como crecía mi excitación. Besaba tu cuello y una de mis manos se deslizaba sobre tu pecho, dibujando la curva de tu escote, la redondez de tus pechos, y sintiendo el pezoncito endurecerse cada vez más por encima de la tela.
Era un sueño real, sentir mis manos sobre tu piel, mis labios sobre tu piel, sobre tus labios, sentir tu cuerpo ardiente, mis dedos deslizándose bajo tu ropa, buscando sentir toda tu piel. Desnudándote poco a poco para que mis labios y mis manos recorrieran cada centímetro de tu cuerpo, y mi cuerpo se encendiera cada vez que saboreaba tu cuerpo. Te dejaste caer sobre sofá, deslicé tus braguitas y entreabriste las piernas entregándome tu secreto, para que me entregara a tu placer. Tan hermoso, tan excitante, solo acercarme y sentir tu aroma ya provoco que mi erección fuera todavía más vigorosa. Al sentir mis labios sobre tu pubis, un pequeño escalofrío recorrió tu piel. Lo besé dulcemente, y comencé a lamerte, suavemente, largos lametones, llenándome la boca de ti a medida que te ibas humedeciendo y entregándome tus dulces jugos...

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fang070 53M
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